lunes, octubre 27, 2008

Don Julio aparece siempre en la primera foto, pero no en la última (Juan P. Varsky)


Julio Grondona siempre aparece en la primera foto. Cada vez que un seleccionador asume el cargo, le estrecha la mano al presidente de la AFA y las cámaras registran ese momento fundacional. En 29 años de gestión saludó a Carlos Bilardo, Alfio Basile, Daniel Passarella, Marcelo Bielsa, José Pekerman y a Coco nuevamente. Durante esta semana, escuchará al comité de selecciones y tomará la decisión unilateralmente.

Para Grondona, ninguna opinión es vinculante a la hora de decidir? salvo la suya.


Así se hace en las reuniones del comité ejecutivo de la AFA, en las decisiones del Tribunal de Disciplina y en el funcionamiento del Colegio de Arbitros. Ninguna institución del país tiene una conducción tan verticalista como la Asociación del Fútbol Argentino.


Cuando no está Don Julio?, no pasa nada. El mundo se detiene hasta que regresa de Zurich, donde ejerce una de las vicepresidencias de FIFA y maneja la Comisión de Finanzas. Hace muchos años que está más pendiente de Suiza que de la Argentina. Sin embargo, concentra todo el poder en su persona. Aunque el fútbol argentino necesite de un presidente que le dedique todo su tiempo y toda su energía, nadie le cuestiona esta dispersión laboral. En realidad, no se le cuestiona nada.

Como presidente de AFA, ha hecho favores como prestarles dinero a los clubes para cubrir balances escandalosos e invitar a sus dirigentes a diferentes viajes. Estas prebendas se devuelven levantando la mano cada semana en las reuniones de comité ejecutivo y cada cuatro años en votos para la reelección.
En 1983, aún no era ?Don Julio?. Estaba solamente dedicado a la AFA y no tenía el poder de hoy. No existía la actual alianza entre la TV, los multimedios y el fútbol que tanto influye en las decisiones y en las opiniones. Una alianza que, sin dudas, ayudó a consolidar su hegemonía. Hace 25 años eligió a Bilardo, el entrenador del momento por su título con Estudiantes. Esa designación resultó un gran acierto de Grondona, quien lo sostuvo en el cargo a pesar de las presiones ejercidas por la Secretaría de Deporte del gobierno de Alfonsín. El título en México ?86 y la final de Italia ?90 le dieron status internacional y se convirtió en el ?vicepresidente del mundo?.
A fines de 1990, eligió a Basile. No era el entrenador del momento. Era Daniel Passarella, flamante campeón con River pero sin experiencia para el cargo. Influido por Juan Destéfano, dirigente de Racing, y Norberto Recassens, de Vélez, nominó a Coco. En 1994, llegó el momento de Passarella. Había ganado tres títulos con River pero también había construido una imagen de entrenador rígido y disciplinario. En ese tiempo, la opinión pública futbolera pedía ?mano dura? con esos jugadores que firmaban contratos de exclusividad con los canales de TV y usaban gorritas con publicidad. Grondona entendió el mensaje y convocó al candidato de todos.


En 2008, se huele una sensación muy parecida entre muchos hinchas: ?Alguien tiene que poner en caja a estos chicos que hacen lo que quieren?. Hace 14 años, un discurso similar permitió que el pelo corto fuera una condición obligatoria para jugar en la selección. Passarella también rechazó a los homosexuales y anunció que les haría una rinoscopia a los futbolistas. Hoy prohibiría el PlayStation y eliminaría el Messenger de las computadoras.
En 1998, Grondona ya era ?Don Julio?. Cambió su forma de designar al seleccionador. Esa responsabilidad le tocó a José Pekerman como director general de selecciones, un cargo especialmente creado para el exitoso entrenador de los juveniles. Bianchi había ganado todo con Vélez, pero no aceptó depender de Pekerman, el otro gran acierto deportivo del presidente de la AFA. Carlitos se fue a fundar el virreinato de la Boca y José eligió a Marcelo Bielsa.
En 2004, Bielsa renunció por su propia crisis energética. Grondona retomó el poder de decisión. Disponible tras haberse ido de Boca, Bianchi era el entrenador del momento. El presidente de AFA lo llamó por teléfono para ?tener la conciencia tranquila?. Pero no llegó a hablar con el DT. Sí Pedro Pompilio, a quien le explicó que quería pasar mucho tiempo con su familia. Horas más tarde, asumía Pekerman. Grondona nunca despidió a un entrenador, es cierto. Pero alguna vez ha hecho todo lo posible para que se fuera.
En 2006, apurado por el contrato con Renova, Grondona le dio la revancha a Basile, bicampeón con Boca. Ya despedido de Atlético de Madrid, el Virrey aún estaba bajo contrato con el club español. Podría haberse desbloqueado, indemnización mediante. Pompilio volvió a comunicarse con él y recibió la misma respuesta: ?Lo primero es la familia?. La afirmación no expresó todo el pensamiento de Bianchi, quien apeló a ?diferencias insalvables de principios? para explicar en la intimidad por qué nunca sería seleccionador nacional con este presidente de la AFA.
¿Por qué ahora sí? ?Sólo los imbéciles no cambian?, dice uno. ?Todo pasa?, dice el otro. Los dos deberían dejar a un lado el orgullo personal para tragarse el sapo de la mutua convivencia. Podría empezar a unirlos la tentación de despedirse de sus respectivas carreras con un título mundial en 2010. Pero, sinceramente, todavía me cuesta imaginar la foto de ese apretón de manos.
¿Cuál criterio prevalecerá a la hora de la nominación? Hoy no hay un ?entrenador del momento?. Russo va primero con San Lorenzo pero merece estar entre los candidatos a partir de los éxitos con Vélez y Boca. El último DT campeón se llama Diego Simeone, pero hoy a su River le va mal y ya se habla de un reemplazo. Es una excelente noticia que la furiosa actualidad no imponga un nombre y que la elección sea más programática que coyuntural.
Sergio Batista dirigirá al equipo en el amistoso contra Escocia. El interinato es una buena solución para evitar decisiones precipitadas como aquella de Basile en 2006. Pero considerarlo como opción definitiva sólo por la medalla dorada en Pekín sería un grave error. Los Olímpicos son una expresión menor, con restricción etaria y un mapa futbolístico totalmente distinto al de un Mundial. Checho llegó al Sub 20 impulsado por Humbertito Grondona, el hijo del presidente. En 2009 se jugará el Mundial de la categoría. No tendría sentido desarmar una estructura para los juveniles recientemente formada que incluye a Tata Brown y Héctor Enrique, otros campeones mundiales en 1986. Sin embargo, los alcahuetes de Grondona quieren a Batista, el más maleable de todos los aspirantes. Auténticos decadentes como Noray Nakis y Enrique Merelas forman parte del comité de selecciones. Nakis fue presidente de Armenio y ahora quiere serlo de Independiente. Su frase de cabecera es: ¡sí, Don Julio! En Alemania 2006, se lo podía ver con el uniforme deportivo oficial de la selección saltando y gritando dentro del ómnibus junto con los jugadores. Merelas maneja a El Porvenir desde hace más de veinte años. Recién en diciembre de 2006 admitió elecciones, que ganó con denuncia de carnets truchos y socios fantasmas. Por suerte también integra el comité el sensato Julio Alegre, ex dirigente de Estudiantes. Fue quien más cerca estuvo de Marcelo Bielsa durante su ciclo.
¿Y Maradona? El está convencido de que llegó su hora. Los jugadores lo aman y lo respetan. Los dirigentes no quieren tenerlo en su contra. Pero nadie se anima a decir públicamente que, más allá de su indiscutible conocimiento futbolístico, no lo ven preparado para todo lo que demanda el cargo: experiencia, manejo de grupo, planificación de entrenamientos, dedicación absoluta y estabilidad emocional. Seguramente esta semana sabremos quién será el seleccionador nacional a partir de 2009. Sea quien fuere, ya sabe que Julio Grondona nunca aparece en la última foto.