
Este predio, que en realidad pertenece al Ejercito Argentino -River lo alquila para entrenar allí sus divisiones inferiores-, consta de unas diez canchas de fútbol e instalaciones muy precarias. Nos es lo que esperabamos ver como campos de entrenamiento de una de las instituciones más importantes del mundo.

Nos quedamos con Hugo Iervasi junto con los clases 87-88 (la cuarta).







Apenas comenzado el partido Pepo Morel como para romper el hielo les metió un zapatazo en el travesaño casi desde la mitad de la cancha.
Los dos puntas (Marcos y Fede) le empezaron a meter presión a la defensa, a Pepo y a Denis no los podian parar por los laterales, el Zurdito Sosa y Nico Flores dibujaban por el medio y Emanuel Riera se transformó en el patrón de la mitad del terreno.
Así y todo la bocha no quería entrar, y el la unica llegada de ellos nos vacunaron, terminamos el primer tiempo perdiendo uno a cero pero concientes de que estabamos jugando mucho mejor.

Los de la banda casi no podian pasar la mitad de la cancha, apretados por la marca agresiva que metian los tres del fondo (el Flaco Abel, Collomilla y Dieguito Maugheri).
Y Pepo la rompió, -le salieron todas- no lo podian parar, marcaba, salia jugando, pasaba al ataque hasta que en una de esas incursiones llega hasta el fondo tocando con Iogna, y en una gran asistencia, lo deja solo al petiso que definió con gran calidad superlativa -de zurda junto al primer palo del arquero-.

Y ya cerca del final el Jhony desborda por izquierda, y tira un centro que el el pibe Silva la mete de guapo con dos defensores colgados de él (entre ellos el central de origen japonés).
Nosotros desde el borde del rectángulo de juego, mojandonos con la fría llovizna que caía sin piedad, disfrutabamos del "toque" que los pibes le estaban pegando a los porteños, y por momentos no lo podiamos creer.

