sábado, marzo 18, 2006

A brillar mi amor (Le ganamos a Sol 3 a 2 en Viedma)





Vamos a brillar mi amor


Aveces el sabor de un triunfo deportivo tiene algo especial, y sobre todo en el fútbol, un gustito distinto, y esto se potencia cuando ocurre en un “clásico” (y en la cancha de ellos).
En las charlas previas entre hinchas se dice: “Tenemos que ganarle de cualquier manera, y mejor si es en el último minuto y el gol se lo hacemos con la mano”. Y esto es lo que ocurrió ayer en Viedma, precisamente en la cancha de Sol de Mayo en una tarde hermosa de un domingo de febrero.
El ambiente antes de comenzar en encuentro estaba tranquilo, acá nos conocemos todos, en la Comarca nos odiamos todos un poco, pero no como para cometer locuras. Nos cruzamos y nos decimos “que tal como andás, todo bien?”, pero no hay amor, de eso seguro.

Algo comenzó a marcar la diferencia de una tarde de domingo distinta cuando se veía en la tribuna de enfrente (la visitante) la cantidad de gente que se iba aglomerando.
A pesar de la ya artera jugada de los dirigentes locales de cobrar ocho mangos la entrada, y no los seis que fue lo convenido previamente entre clubes, pero bueno que más da, hay que tenerlo como antecedente.
Y llegaron las banderas tricolores, muchas banderas del tricolor que comenzaron a flamear entre la hinchada que llenó los tablones de las antiguas tribunas (las del Argentino de Basquet del’76 que estaban atrás del Polideportivo Angel Cayetano Arias, que no se llamaba así por que Palito era intendente en esa época). Y el sector se plagó de camisetas también con los colores verde, blanco y rojo.
Y comenzaron los cánticos.
A las seis de la tarde en punto el arbitro Horacio Verdugo dio la orden de inicio del encuentro, y nunca una mejor identificación para el sujeto que tenía que impartir justicia, que su propio y real apellido.
De características físicas similares al dueño del prostíbulo de la película de cowboys “Imperdonables” que trabaja Clint Eastwood y el negro Morgan Freedman, es decir longilineo, de facie afilada, cabello muy corto y mirada furiosa.
Y la bola rodó.
A los dos minutos, centro de Capparuccia y Federico Faroux quedó mano a mano con Villondo y el arquero de Sol la atrapó en el primer palo.
La cosa había empezado bien, pero rápidamente aparecieron los pitazos taimados de Verdugo, siempre hacia el mismo lado y la indiferencia a faltas evidentes del local que dejaba seguir.
Pero bueno, nosotros estamos acostumbrados a este tipo de condiciones en los jueces de la Liga Rionegrina de Fútbol. Ya nos había ocurrido en el partido anterior (en nuestra cancha) con el que nos tocó en suerte.
Comenzamos jugando mejor que ellos, lo que desembocó que a los 14 minutos en una de las pocas subidas por la izquierda, -se venía exagerando jugar por la derecha-, Pepo Morel encara con pelota dominada, amaga a irse por afuera, se va en diagonal y antes de pisar el área saca un remate preciso, potente y mortífero, y Villoldo solo atina a tirarse para atrás, la pelota entró luego de bajar en su trayectoria pegada al travesaño.
Golazo.
A los 20 minutos lo expulsan al Fino Morón por un codazo a Capparuccia en la barrera luego de un tiro libre del local que se fue por encima del arco.
Y ahí el Deportivo se aplastó en la cancha, falto de ideas y de juego, exceso de pelotazos, urgencia por sacarse la pelota de encima, hizo que el rival con un hombre menos se agrande y con las encaradas de Benegas y las cobradas de “mancha” ante cualquier situación de roce que hacia Verdugo.
A los 34’ en un tiro libre desde la izquierda, luego de dos rebotes que dejaron fuera de acción a Denughes, el nueve de Sol (Coronel) la empuja al gol en un área poblada de camisetas tricolores.
Y así termino el primer tiempo, sin mucho más, con el local más motivado y con un arbitro al que lo supero el encuentro, por sus condiciones lamentables para interpretar el reglamento. Y sin dudas en su parcialidad en los cobros. El dueño del prostíbulo hasta ahí venia cumpliendo con las expectativas y con sus antecedentes.
Impresentable.
Y lo que José Luis Arborello les dijo a los jugadores en el vestuario tubo rápido efecto en la cancha, apenas se movió la bocha.
A los 2 minutos nuevamente -el Pepo Morel- para la calentura de la hinchada de Sol, que lo hacia blanco de sus puteadas se fue por la izquierda, y esta vez de zurda le clavó un balazo que entró en el ángulo, pegando primero en la parte interna del travesaño y picando en el fondo de la valla del equipo viedmense.
Suar Marinero desde su improvisado lugar de trabajo, sobre el techo del vestuario, lo gritaba con ganas para Radio Nacional.
Menos mal que no llovía.

Y el equipo buscó jugar, buscó “La porota” Leobuono, buscó el Patito Saez, buscó Fede Faroux, también Ivan Graso hasta que se cansó y fue reemplazado por Daniel Cellerino, y ahí apareció en todo su esplendor el arbitro Verdugo. Ahora inclinando la cancha hacia el arco que da hacia el centro de Viedma y que defendía Leo Denughes. Usó el silbato de manera delictiva, dejando pasar infracciones que normalmente se expulsan jugadores para el lado del local.
A los 24’ cuando más tranquilos tendrían que jugar, con un hombre más y ganando, el Depo sufre y el Gringo Sandroni (agotado) se apura en un tiro libre, y la pelota rebota en un rival, y agarra a la defensa mal parada y el recién ingresado Castrillo queda mano a mano con el arquerito del Depo y marca el empate (el 2 a 2). Y sí, ahora sí, a “sufrir mi amor” con música de Los Redondos y el silbato infame (punible) de Verdugo.
Por doble amarilla (ahora si severo el juez) expulsa al Pato Saez a los 32’, y el Depo aguanta y de contraataque puede aumentar pero a Fede Faroux aún no se le abre el arco.

Y a los 45’ expulsa a Baier (de Sol) por una fuerte infracción, y el Tricolor Maragato sigue en ataque, y después de un tiro libre despeja (le roza) la cabeza a un defensor de Sol de Mayo, y es corner, corner desde la derecha para el Depo, y el Bocha Capparuccia corre para ejecutarlo.
Entonces hace su aparición el juez de línea (el laiman cordobes) Gomez, y quiere ponerle la frutilla al postre, llama a Verdugo y lo hace expulsar al “ocho” de Patagones.
La causa solo él la debe saber, que más da, siempre nos mata –como arbitro y como línea-.
Bueno, y acá comienza realmente el SABOR DEL TRIUNFO, el dueño del prostíbulo que nos acribilló despiadadamente con su silbato ignorante durante 94 minutos de juego, luego de un pase del “eterno” Ramón Galiano que había ingresado por Leobono a Fede Faroux.
Fede encara el arco y el pibe Pizzio con poca experiencia lo cruza dentro del terreno de los lamentos, y si, aunque nadie lo podía creer desde la multicolor tribuna visitante, que seguía alentando sin parar, ni desde la parcialidad del local que era un coro de puteadas. Verdugo, que nos mató durante todo el partido, nos cobró un penal a favor.
Ah, y expulsó al pibe Pizzio por la infracción.
De locos.

Y Daniel Cellerino agarro la redonda y dijo “es mía”, y la acomodó con toda la fe del mundo en la marca de los doce pasos, y esperó la orden y le pegó fuerte un poco a la derecha de Villoldo, y el arquero la tocó, le pasó por abajo del cuerpo pero la “caprichosa” entró al arco, y a otra cosa mariposa, tres a dos y a festejar, a “brillar mi amor” dirían ahora Los Redondos.
Y la hinchada, los jugadores y el banco del antiguo Ciclón lo gritan hasta la locura.
Y la parcialidad viedmense agrede a patadas contra el alambrado, que es el respaldo del banco de suplentes del Deportivo Patagones, y escupe, y arroja orina a los jugadores que ahí se resguardan, y un piedrazo da en la cabeza canosa de Arborello (un dirigente de Sol y padre de un jugador lo escupe en el rostro a través de la malla de alambre –un buen gargajo gordo-), y cascotazos y botellazos pasan cerca del Colorado Grudl y todos los componentes del banco se van hacia el centro de la cancha resguardándose de las piedras.
Y la policía va lentamente por dentro de la cancha hasta el lugar. Y no hace nada. Y los dirigentes (algunos) de Sol también están sacados.

Y Verdugo de vergonzosa actuación, hace sonar el silbato por última vez dando por finalizado el partido, cumpliendo con una labor que nunca le tendría que haber sido encomendada.
Por que se sabían sus antecedentes, y por la jerarquía de este encuentro, pero como siempre la Liga Rionegrina de Fútbol fue indiferente (cómplice?) e hizo oído sordo a los pedidos de los dirigentes que le reclamaron que ese sujeto no podía arbitrar.
Y a el sabor del triunfo lo empezamos a paladear, se siente en la boca y se escucha en los cánticos, mientras los jugadores y el cuerpo técnico del Depo deben esperar dentro de la cancha, festejando frente a su parcialidad, y junto con el dueño del prostíbulo y sus secuaces (estos rodeados por los Bora con las máscaras antigases puestas) que se calme la hinchada de Sol.
Y luego salir por un portón lateral y sufrir la agresión de los familiares de los jugadores locales.
Después todo de locos.
Y si, fue como ganarle en el último minuto con un gol con la mano. No hay dudas.

(Patagones, 13 de febrero 2006)